Fieles de toda la región volvieron a demostrar devoción por la Virgen de Itatí

 

 

 

Como cada 8 de diciembre, miles de personas llegaron en bicicleta desde distintos puntos del Nordeste. La bicicleteada proveniente de Misiones es una de las más destacadas. Además, este año los devotos hicieron caso a las recomendaciones y no arribaron a caballo.

En un día a pleno sol, miles de fieles participaron ayer de la celebración por el Día de la Inmaculada Concepción en la localidad de Itatí.

Además, se vivió un multitudinario saludo a la imagen de la Virgen de Itatí en la Basílica. La emotividad se enmarcó en que fue el último saludo del año a María de Itatí en el inicio de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

A las 11 se realizó la misa presidida por el obispo auxiliar de Corrientes, Monseñor José Adolfo Larregain.

También, señaló: «Acabamos de escuchar la palabra de Dios. En la primera lectura del libro del Génesis (3,9-15.20), un texto que tiene al menos unos cuatro milenios de historia nos habla del drama de la condición humana, representado en Adán y Eva, creados por amor y para amar. Pero ellos, ante la propuesta que Dios les hizo, se cierran sobre sí mismos y se abren a la tentación de construir su vida a espaldas de Dios y complaciendo sus particulares autopercepciones de lo que sería mejor para ellos. Les fue mal, como les va mal a todos los que se aíslan y se clausuran para satisfacer sus propios intereses».

«La Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María es un misterio fascinante que podía ocurrírsele solo a Dios. Y para nosotros, una noticia que nos llena de esperanza, de felicidad y de rumbo en la vida. En medio de tanto desconcierto y confusión, que hubo siempre más o menos grandes, Dios no abandona la obra que salió de sus manos a pesar de la falta de respuesta que los hombres y mujeres les damos a su constante amor y preocupación por nosotros», comenzó su homilía.

«Ahí es donde tenemos que buscar la causa de la violencia, de las guerras, de las persecuciones, del hambre, de la pobreza, de las migraciones forzadas, de la trata de personas, etcétera. Sin embargo, Dios que posee un corazón de padre y entrañas de madre, no abandona a sus criaturas y continúa buscándolas para convencerlas de su insensatez y mostrarles el camino de la vida y de la felicidad», indicó.

Ante la multitud, expresó: «El libro del Génesis relata el diálogo entre Dios y Adán y Eva, que posee un profundo mensaje para todos los tiempos, razas y culturas. Cuando Adán y Eva rompen el proyecto que Dios les propone y se dan cuenta del abismo en el cual se precipitan, se esconden y huyen. Dios encuentra a Adán y le pregunta: ‘¿Dónde estás?’. Evidentemente, el hombre no estaba en su lugar, en ese lugar que Dios lo había colocado al crearlo. Adán buscó la felicidad donde no estaba y así perdió de vista también a su compañera. Esta, de compañera, pasó a ser una rival. Adán la acusa de su desgracia. Así se instaló la violencia entre ambos. Violencia, que de formas muy variadas nos acompaña a lo largo de la historia hasta nuestros días. La causa primera y más honda de la ruptura fraterna es la desobediencia a Dios».

«Dios continúa haciéndonos hoy la misma pregunta que entonces le hizo a Adán: ‘¿Dónde estás?’. Animémonos a escuchar esa pregunta solos y también en conjunto. La Iglesia nos anima a escuchar la palabra de Dios individualmente y en conjunto, discernirla y, entusiasmados por ella, salir a anunciar a los demás que Dios se preocupa con amor de Padre por cada ser humano y por todos juntos. Preguntémonos dónde está tu hermano, tu hermana, tu esposo, tu esposa, tus hijos, tus padres, tus vecinos, tu comunidad, tu responsabilidad en el trabajo, tu honestidad, tu transparencia, tu amor al prójimo, tu justicia, tu perdón…»

«En la lectura del Evangelio también escuchamos un diálogo, en este caso entre el Ángel del Señor y una jovencita que la llamaban María y era del pueblo de Nazareth. El diálogo entre ellos es sereno y abierto, pero no fácil. María tenía un hermoso proyecto con su prometido José. El Ángel se lo desbarata con la propuesta que le anuncia de parte de Dios. Difícil de entender y aún más de aceptar. Por eso, María manifiesta su asombro y perplejidad ante la propuesta que le acaban de hacer. No cabe en su razón que la embarquen en un proyecto incomprensible».

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